sábado, 6 de abril de 2024

Dune: apoplejías mentales y cinéfilas

Sería una pena que no pudiera ser congruente con el tema películas, ¿verdad?. Siempre en medio de
una saga como La Monja de "Expediente Warren". En fin.


DUNE (PARTE 2) (Contexto)

 
Me lo ví el otro día con un familiar. Luego por no quedar en mal compromiso, otra vez con un grupo de
amigos (Buena gente, si estáis leyendo esto, os pido perdón por hacerme el ignorante, tengo la
capacidad social de un caracol lobotomizado y no quería privarme de vuestra compañia) fui a
martirizarme al cine.
Así que técnicamente, puede que sea la persona más experta al haber visto dos (2) veces "Dune: Parte
2". Tampoco es mucho mérito, sólo saber tener paciencia e insomnio.
Resúmen a grosso modo del contexto en la vida real de "Dune":


-Un aficionado a los estupefacientes llamado Frank Herbert escribe una novela de intrigas palaciegas y
ciencia ficción llamada "Dune" en los años 60 del siglo XX. Aquí un servidor se la intentó leer hace
una década. No la recuerdo mala, sólo algo aburrida y difícil de leer. Es un libro espeso, no llega a los
niveles de abigarradismo literario que alcanza novelas como "Ulisses" de Joyce. Nunca logré acabar el
libro, me atascaba en el final y caía rendido al reino de Morfeo.
-En los años 70 del siglo pasado, un mejicano apellidado Jodorowsky que daba casualidad había
dirigido pelis extravagantes como "Topo" (está bien, te la recomiendo para pasar una tarde de domingo
con tu familia querido lector), intenta llevar la novela de "Dune" a la gran pantalla. Fracasa
estrepitosamente, "Dune" es muy dificil de adaptar, Jodorowsky apenas llega a rodar unos planos. De
su película sólo sobrevive unas fotografías de rodaje, guiones, sketches, vestuario...El diseño temático
estaba fuertemente inspirado en los comics de Moebius.
-En los años 80, el ambicioso productor italiano Dino De Laurentis (famoso por producir las películas
de "Conan el bárbaro") se propone recuperar material del fallido "Dune" de Jodorowsky y traer a USA
la película. Contratan al director David Lynch, que era famoso por dirigir películas en blanco y negro
como "Eraserhead" y "El hombre elefante" (están bien, te las recomiendo para pasar una tarde de
domingo con tu familia querido lector). La peli cuenta con un reparto peculiar (está Sting, el cantante
de Police como villano, Patrick Stewart que luego haría de capitán en Star Trek...), efectos especiales
digitales toda una novedad para la época, un director con éxito, un productor veterano...Fracasa
absolutamente. Es un bodrio difícil de ver. La culpa la tiene Lynch que a pesar de ya haber dirigido
antes la película le viene grande y la dirige y monta de forma desastrosa. "Dune" de 1984 es
posiblemente de las peores películas de ciencia ficción de la historia (Si quitas las pelis de Ed Wood),
hunde cualquier posibilidad de que las siguientes novelas que nuestro querido y narcotizado Frank
Herbert había escrito se adapten a secuela y ponen a la huída del cine convencional a David Lynch (que
se refugia en el cine surrealista y en engañar a crédulos cinéfilos).
-Hubo otros intentos de adaptar "Dune" a televisión, pero lo dicho, "Dune" es muy difícil de adaptar,
tramas con demasiado contexto, muchos personajes, reflexiones místicas difíciles de seguir...dichos
intentos tampoco cuajan mucho.
Hasta que un día, se estrena en 2021 "Dune" por obra y (des)gracia(para algunos) de Denis Villeneuve.
Denis Villeneuve venía de actuar en anuncios de whiskey y de dirigir otra peli que se pensaba
imposible: una secuela de Blade Runner que ni siquiera los fans (como aquí un servidor) habían pedido
pero que no quedó en mal resultado. Se dice a sí mismo "El problema de Dune es que nadie lo ha
adaptado para que se parezca a un documental del National Geographic sobre el sáhara ni para que se
parezca a Juego de tronos y así agarrarse muchos fans de intrigas y asesinatos". Y resulta que la peli de
"Dune" es...
...Aceptable. Osea la fotografía es preciosa, el vestuario también, roza lo tedioso por momentos y todo
eso pero bueno, que logran hacer una buena adaptación de la novela. ¿El truco?. Dividirla en dos partes
para dejar que la historia tenga por donde explayarse y respirar.
Resumen de la primera parte:
Es el futuro, y la galaxia está gobernada en un sistema feudal donde un emperador se dedica a echar
pulsos politico-militares a distintas casas de la nobleza (y también a las Benes Gesserit, una parodia de
la Iglesia católica con monjas telépatas, en serio no podría ser todo más rebuscado). Cada casa gobierna
una serie de planetas como colonias, siendo el planeta más jugoso de gobernar Arrakis: un colosal
desierto donde viven unos nativos acuófilos llamados los Fremen que no les hacen gracia que exploten
su mortalmente caluroso planeta. Porque resulta que Arrakis es rico en la "especia", un polvo
anaranjado que funciona mitad marihuana mística, mitad GPS para viajes interplanetarios. Sin especia,
no se puede navegar la galaxia a tiempo. La casa de los Harkonnen (una familia de góticos calvos, su
calvicie tendrá más relevancia en el futuro) gobierna bajo decreto imperial (léase, de forma dictatorial)
Arrakis.
Hasta que de repente se van y le toca el turno a la casa Atreides, una panda de caballeros mitad
asturianos mitad escoceses. Nuestro protagonista Paul Atreides es el heredero, también resulta que es
un flipao de la cultura Fremen y que tiene poderes mentales, pero no de los guays como los jedi.
Cuando su familia se muda a Arrakis, todo pinta bien, como si la ONU se tratara. Hasta que Los
Harkonnen con ayuda de la guardia del emperador se pasa por la piedra a todo el mundo excepto a Paul
y su mamá que resulta que es una especie de monja Bene Gesserit. Estos huyen al desierto y se unen a
los Fremen.
Su puta madre qué desidia explicar "Dune". Porque no me ha dado la gana explicar que en "Dune" el
sistema judicial prohibe los ordenadores convencionales, eso es un acalorado debate entre intelectuales
que no quiero volver a meterme por pereza mental.
Ahora sí. A por la puta segunda parte de "Dune".
Paul y su mamá (que está embarazada), acompañan a los Fremen en el desierto. Les guía Stilgar, el jefe
de una cuadrilla de Fremen. Stilgar (interpretado por Javier Bardem) es ""musulmán"" creyente de una
profecía donde un salvador liberará Arrakis en la cual está convencido que Paul es el enviado, el
LISAN AL-GAIB
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La película hara un extenso uso de diálogos para recordarte que Stilgar cree que Paul es el LISAN AL-
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Mira voy a serte honesto. "Dune: Parte Dos" es lo que se conoce como el "Viaje del héroe": un prota es
el elegido para la llamada a algo grande, duda de su destino, lucha contra el mal para alcanzar el estatus
de héroe blablabla...
La peli es un constante reafirmar de ese hecho. La historia es meh, la banda sonora es bonita, la
fotografía es preciosa.
Cómo olvidar la fotografía. En un momento de la película se nos transporta al planeta de los
Harkonnen, donde un sol oscuro ilumina todo en blanco y negro.
¿Recuerdas cuando te dije antes querido lector, sobre la relevancia de la calvicie de los Harkonnen?.
Helos aquí, los Harkonnen, con su alopecia nívea.
Su calvura tremebunda. Sus cráneos de color hueso deslucido. Qué perfectamente redondos que son. Ni
un solo pliegue fuera de sitio, una superficie esférica impoluta, resplandecientes, apabullantes en su
propio horizonte personal. Huevos contenidos sobre hombros humanos, que se extienden ante la
pantalla con un brillo hipnótico. Cautivan con su precisa redondez, la luz rebota sobre ellos con una
suavidad divina. Me siento atrapado por la proporcionalidad de sus prefrontales y occipitales. Sus
radios y diámetros testudos. Sus planetas cabezudos. Don Limpios galácticos. Una suprema ausencia de
cuero cabelludo que revela una pulidez digna de las más enceradas pistas de bolos. Balas de cañón
albinas que se bruñen bajo la mirada. Mi fijación por el pálido y redondo del asunto me lleva a la súbita
locura. Jamás alcanzaré el nanométrico rapado que me aparece en pantalla...
Gloria a la calva de Batista, gloria a la calva de Skarsgard, de todo el
reparto Harkonnen y sobretodo, doblemente gloria a la calva de Austin Butler, que transciende los
límites de la diegética y escapa de la gran pantalla para quedarse grabada a fuego en mi cerebro:
Mi pelado. Mi alopecia. Mi calvo...

 



Epílogo (ja):
La primera parte de "Dune" a pesar de contar bastante menos, me ha gustado más que la segunda parte.
Aunque en conjunto, no me han parecido gran cosa. Igual el auténtico problema de "Dune" es el propio
libro. Frank Herbert estaba más interesado en inventarse culturas que en asegurarse que su legibilidad
fuese plausible (en resumen, lo contrario de infumable). Habriendo visto ambas películas (dos veces
cada una encima), no las recomendaría ver. Es como ir a un restaurante de alto standing en el que te
sirven platos michelín con una presentación impecable, pero que luego resultan que están sosos. A los
únicos que recomiendo ver "Dune" es a aquellos que son fans de las novelas. Personalmente lo único
que me gusta de "Dune" es los antiguos videojuegos de los años noventa. "Dune II" para PC es una
pequeña joya histórica de los juegos de estrategia.
Lo único que puedo agradecer a estas películas de "Dune" es que por lo menos traen cierta novedad a los cines tan saturados de pelis de Disney y superheroes.
Y ahora si me permiten, me piro a hacer un brindis al Sol. Feliz finde a todos.


martes, 7 de junio de 2022

Viruela simiesca

 Hace no mucho que se están relajando las restricciones que han supuesto el llevar mascarilla, limitar los viajes, distancia de seguridad...causado todo por el coronavirus, esa plaga descafeinada de nuestra era.


Pero no ha tardado en aparecer otro suplente: la viruela del mono.


Los periódicos ya andan amarilleando toda incertidumbre sobre esta nueva infección. Pero sin embargo, no es tan novedosa como puede parecer. Hace unos años leyendo en revistas como Science, Nature, National Geographic e Interviú (muy renombradas y muy recomendadas suscribirse querido lector) se hablaba de una enfermedad similar conocida como Sido-T que era originiaria de las heces de primates en el corazón de África y que se transmitió a misioneros neocatecumenales que realizaban obras de caridad. Muchos de esos afectados comenzaron a sufrir enormes impulsos de coprofagia. Los estudios rigurosos que se llevaron a cabo en prestigiosas universidades como la Universidad Norte Albor de la Comunidad Autónoma Centro-Aragón (de confusas siglas) y la Universidad de Albacete-capital (la más indicada para el estudio escatológico por el famoso refran “caga y vete”), apuntaban a que podría ser una serie de mutaciones.


La historia se repite, pero esta vez las víctimas y el arma del perpetro no son más que intercambiadas. No soy muy dado al uso de redes sociales, pero según tengo entendido en la red Tik-Tok (propiedad de nuestro Glorioso Partido Comunista Chino Registered Trademark) han aparecido cientos de casos de personas que ante la noticia de la viruela del mono, han comenzado a sumarse al peligroso reto de tumbarse y mearse en la boca. El rumor es que la urea es un buen desinfectante bucal. Pero esto no es más que los mismos síntomas de infección que había con el Sido-T, obvios como una catedral también los aspectos de que muchos primates como orangutanes hacen el mismo acto. Primates que podrían ser los originarios de...como habréis adivinado... la viruela del mono.


Oh shit oh fuck I am peeing
Cortesía de un colega
Muchos de esos tiktokers (menuda mierda de nombre) ya han fallecido por atragantarse con su propia orina. Muchos de esos casos sucediendo además en directo. A día de hoy, no se puede buscar vídeos de esos retos, sólo aparece un mensaje de Tik Tok que nos descorazona/impide buscar esa clase de temática con advertencias de contenido sensible y perturbador, exigiéndonos nuestra ID, teléfono y datos bancarios para poder proseguir viendo accidentes de ciudadanos de Pekín (Beijing) cayendo por huecos de ascensores.

 

 

 


En el mundo mágico ideal que era la antigua normalidad (rest in peperoni) me cachondearía de esto en mi blog, pero ya he perdido a dos seres queridos por ello (mi mascota y el tío que reparte pizza por mi barrio). Con esto quiero advertir de que, como dirían los chinos de la China Imperial: “Se acercan tiempos interesantes”.

Habrá más. Ojalá la siguiente viruela sea una que nos haga comernos los mocos y subirlo a Youtube, pero me temo que seguramente sea sobre tragar semen y cagarlo por What'sApp.



Haced acopio de útiles de higiene íntima amados lectores, y buena suerte.

 

 



martes, 22 de marzo de 2022

Helado en la madrugada

 

La noche es fría.

Tengo hambre.

Quiero helado.

Pocas posibilidades.


Ha sido un día largo, de los últimos que quedan de invierno. Acabo de montarme en el coche tras irme de caminata, una larga y pesada.


Son las cinco de la madrugada, o eso logro discernir en el reloj del coche; igual me equivoco con el termómetro. No hay helado en la casa que tengo que volver a vivir. Ni tampoco tiendas abiertas. Paso por bazares, enclaustrados en verjas metálicas. Los supermercados están apagados. Ninguna gasolinera tiene servicio 24 horas ni dependiente nocturno al que romper la tranquilidad. Cualquier local de comida rápida está inerte, desprendiendo la mortecina luz anti-insectos que previene a la mugre de la cocina llenarse de larvas y moscas.


Mis ojos pesan. Controlo el vehículo puramente por memoria muscular de mis brazos en el volante. Aunque en la radio suena una extraña mezcla de Jazz ambiental con sintetizador electrónico bastante pegadizo, no logro quitarme la idea de comerme un cono de nata y chocolate.

Mi fuerte apetito por el lácteo escarchado y dulce pelea contra toda posibilidad de ser satisfecho, en el peor momento de la jornada y en el peor momento del año para la venta de polos.


En el campo de visión de mis retinas vidriosas atino un monolito de plástico brillando. Está en medio de la acera, en extrema soledad. Una máquina expendedora de bombones congelados. Aparco torpemente mi carro. Como un golem desciendo y ando hacia la máquina expendedora. El cartel del logo que lo adorna está descolorido, igual están las etiquetas de los botones. No se distigue nada. Sólo es visible una minúscula pantalla digital anticuada.


Pulso un botón al azar, sale "1.10" en rojo en la pantalla. Me da igual el producto. Saco mi cartera, tengo cuidado con el gélido viento que sopla fuerte, a pesar de que no tengo ningún billete que pueda soplar, sólo chatarra de monedas. Junto un puñado de céntimos, siendo el más grande de ellos una divisa de 20.


A pesar del sopor cerebral, razono que es mejor meter las monedas más pequeñas para ver si sirven, y además en caso de que se atasque con alguna moneda, perder lo menos posible. El contador de la pantalla llega a 1.10. Pulso el botón de producto. No pasa nada. Igual me he equivocado de botón. Pulso otro que me suene haber pulsado primero. Nada. Pulso el botón de devolver dinero mosqueado, sabiendo que tendré que volver a hacerlo, y que igual no me devuelve el dinero. Retintinea fuertemente el habitáculo de devolución. Recojo el dinero. Nada de devolverme monedas de mayor valor. Eso habría sido conveniente, práctico. Insidioso, vuelvo a contarlo. Está justo como lo metí, las mismas monedas.


Para no cometer errores, pulso todos los botones. Todos marcan "1.10". Meto las monedas de nuevo, ceremonialmente. Me pongo a contar cada posición de botón, para cercionarme que pulso el primero.

Presiona con el dedo índice. Mucha gente ha perdido la costumbre de usar el índice ante tanto mando de televisión y teléfono móvil. Yo me cerciono de seguir usándolo, es más largo y llegas antes para pulsar, se ahorra tiempo. No sé cuánto tiempo ha pasado, me he quedado absorto de tanto reflexionar sobre dígitos.


Miro en el cajón de donde debería salir el producto. No hay nada salvo un par de hojas y envoltorios de plástico. Infuriado, pulso todos los botones. Nada, salvo la calderilla del botón de devolución. Paso de meter otra vez el dinero. Aporreo la máquina. La zarandeo. Cuesta. Los que fabricaron este armatoste pusieron empeño en hacerlo tan seguro como una caja fuerte, a prueba de mocosos vandalistas y yonquis desesperados por robar las ganancias. Comienzo a ladearlo. Va cogiendo impulso. tras varios minutos, la máquina vacila sobre uno de sus vértices. En un instante eterno, se mantiene en equilibrio, y cae en redondo.


El frontal de la máquina revienta como una puerta echada abajo por la policía. El interior es una cámara de celdillas frigoríficas, llenas de ruedecillas y engranajes como un reloj suizo. Una neblina breve se escapa. Rebusco en todas las oquedades. Ni un solo bombón crocanti o sandwich de nata. Solo encuentro una rata criogenizada. La cojo. Podría haber sentido asco, podría haber cavilado sobre cómo llegó hasta ahí, pero sólo quiero cercionarme de que es un helado. Tiro la rata.


Decepcionado, vuelvo al coche.


La luz solar asoma macilenta por el horizonte. Ya no suena jazz alternativo en la radio, sólo un comentarista casposo haciendo publicidad sobre seguros de auto. Continúo mi ruta. Con más hambre y frío. El sueño me invade al volante. Los ojos pesan más que el mercurio. A la orilla de una playa, una brisa cálida me acaricia sentado a la mesa. Ofrezco un helado a una mujer que se acerca...













martes, 10 de agosto de 2021

Situaciones de besugo

 Basado en hechos reales.


Entraba en un Mercadona, todo sudoroso del calor juliano. Mi intención era pillarme un paquete de galletas de chocolate blanco con limón. Había tenido un día de mierda, venía rebotado del coche y solo quería hincharme a azúcar. No deambulo por los pasillos, voy directamente a la sección de dulces y bollería. La música baratera de supermercado me inunda los oidos

Allí encuentro mi paquete de galletas de chocolate blanco con limón. Estoy a dieta, pero cuando me la salto, quiero hacerlo con algo que me gusta realmente. Gracias a los genios de estrategias de marketing, en la estantería hay otro paquete de galletas de crema cacahuete con chocolate. Me puede la gula y me lo pillo también. Memorizo la suma de los precios.

No queriendo comprar la sección entera, marcho a paso acelerado a la caja registradora. La gente a mi alrededor observa estupefacta cómo recorro los pasillos cual atleta de marcha olímpica. Busco una caja registradora sin colas. Solo veo viejos con bolsas de pimientos y mujeres exacerbantemente mantecosas con carros de la compra llenos a rebosar. 

Una voz se alza.

-¡Por aquí!

Un empleado me llama, está libre. Corro a la cinta de la caja registradora y arrojo los dos paquetes de galletas. No aparto la vista en ningún momento de mis presas. Hago malabares mentales para evitar abrirlos sin pagar. Saco el dinero exacto de mi cartera, o casi, me van a sobrar cinco céntimos.

-Hola, buenos días soy Luis.

Alzo la mirada. Un hombre, veintialgos años, esbelto, uniformado sosamente de verde, pero con un peinado y bigote muy bien cuidados, el resto de su imagen acicalada. Efectivamente porta una pequeña placa en el pecho donde se lee "Luis". No me fijé en más detalles por las prisas.

-Buenas.-Contesto sosamente.

Luigi procede a escanear mis galletas.

-Uuuy estas galletas son muy buenas, qué buen ojo tienes. Yo suelo comerme unas cuantas todos los fines de semana.

-Si.-Contesto sosamente.

-No te van a durar mucho ¿verdad?.

-Son para compartir en el trabajo.-Miento descaradamente. Estoy con contrato de prácticas, y no voy a compartirlas con nadie. 

-Aaay qué considerado. ¿Vas a querer bolsa?.

-No hace falta, no estoy lejos de donde voy.-Verdad a medias, las galletas no van a durar ni un minuto después de salir del supermercado.

Luis teclea la máquina registradora. Se gira para sonreirme, apenas lo veo porque estoy acopiando las cajas de galletas.

-Son dos con cuarenta y cinco.

Saco dos euros y medio. Luis me tiende la mano delicada y atentamente, pero suelto el dinero en la encimera de la caja registradora. 

-Ains, no sé si voy a tener cambio de cinco céntimos.

-Quédese con el cambio.

-Ooh no no, ¡no quiero quitarte dinero!.-Exclama Luigi mientras saca una diminuta moneda acompañada del ticket de compra.

Se lo arrebato rápidamente cual gaviota robando bocadillos de calamares a un turista. Luigi prosigue hablando mientras guardo el dinero y el papel.

-Oye, no eres muy de por aquí ¿verdad?. Yo suelo trabajar el turno de mañana y nunca te he vis...

-No.-Contesto con cortante sequedad.-Adios buen turno.

-Adios que tengas un día estupendo ¡vuelve pronto!

No oigo nada más, como un jugador de rugby me largo a toda leche con las galletas bajo el brazo. 

Fuera del Mercadona, me marcho a la calle de al lado, a la sombra me papeo  el primer paquete de galletas, chocolate con cacahuetes. No está nada mal. No tardo nada en  vaciar su contenido y realizar la misma acción con el paquete de galletas de chocolate blanco con limón. Sabroso, pero ni por asomo llena mi vacío existencial. Tiro los envoltorios a un contenedor de reciclaje. Voy al coche y arranco.

Medito sobre mi impulsividad alimenticia mientras salgo del barrio y tomo la salida. Como un relámpago centelleante, un Eureka de lo rídiculo, me hago consciente de lo que me ha pasado.

-¡Noooo, hay que joderse!¡Me cago en los curas enanos!.- Grito mientras aporreo el volante.

Por culpa del ansia viva, he tirado por la borda una posible cita solo para irme a comer galletas. Igual no habría conducido nada a medio-largo plazo, pero igualmente me habría llevado unas galletas el fin de semana. 

Mientras surco la carretera nacional, hago rugir el débil motor del coche, en un intento de ahogar los pensamientos de vergüenza y culpabilidad. El asfalto se vuelve testigo de mi estupidez mientras desaparezco por el horizonte...